UN NUEVO CAPITULO PARA LA VACADA DE DON FERNANDO
Con la salida del sol, los primeros
rayos de la mañana esquivaban la intensa vegetación en busca de la Casta Vazqueña. Y
a pesar de que la luz viaja a mayor velocidad que el sonido, fue la llamada de su
ganadero la que consiguió dar primero con aquel paraíso vazqueño. Junto a los cercados caminaba un caballero provisto de su sombrero de ala ancha y una vara. El paso de los años había conseguido envejecer su rostro, pero a pesar de ello el tiempo no había podido borrar ni la ilusión de su mirada ni su sonrisa. Se trataba de Don Fernando Pereira Palha.
El suelo comenzó a temblar, los pájaros alzaron el vuelo y por fin, la luz empezó a dibujar los rostros que componían el mayor tesoro de aquel caballero, su vacada.
La historia de la vacada de Don Fernando comenzó con la histórica vaca berrenda de nombre "Chinarra". Aunque el verdadero origen comienza en 1848 con Don Antonio José Pereira Palha, quien con apenas 17 años fundó la ganadería de Palha. Los cimientos de esta nueva casa ganadera fueron creados con reses vazqueñas puras procedentes del rey Fernando VII, adquiridas a través de un comerciante de la real casa lusa. Las reses de Palha cosecharon innumerables éxitos en todas las plazas del país, donde al final de cada tarde la afición reconocía la casta y la bravura de los Palhas. Aunque también se ganaron una temida reputación bajo el lema "Terror, pavor y furor". En las crónicas de la época podían leerse declaraciones como esta:
"Currito", hijo
de "Cúchares", en una corrida en que la mitad de los toreros pasaban
a la enfermería, exclamó:
- “Ná, que nos jacen
porvo a tós”.
A lo largo de los años, y tras la muerte de su fundador Don Antonio José, la vacada fue custodiada por los herederos de la familia Pereira Palha, añadiendo cada uno su visión personal del toro. En 1975 es cuando Don Fernando Pereira Palha, bisnieto de Don Antonio José, quien desde niño había estado enamorado de la vacada de su antepasado, comienza su andadura como ganadero.
Una punta de 30 vacas todas ellas descendientes de "Chinarra" dos vacas jaboneras de nombre “Muleira” y “Saboneta” de origen Trespalacios. Adquirió además dos sementales uno berrendo en negro de Cabral de Ascensao y un jabonero sucio de origen Tres Palacios. Estos fueron los cimientos de la ganadería de Don Fernando Pereira Palha.
Comenzó así su más que compleja empresa: volver a criar el toro que su antepasado, "El Palha Blanco", había creado. Asumió las dificultades que conllevaba criar un toro fiero y encastado en un mundo donde la nobleza y el tercio de muleta estaban al orden del día.
A través de la tienta, teniendo en cuenta caracteres como la casta, la fiereza, la arrogancia o la emoción selecciono minuciosamente las reses que se quedarían para perpetuar y defender el legado de su antepasado, aquel del "Terror, furor y pavor".
"La historia del toro cooperante, amigo mío, a mí no me va. El toro, al salir al ruedo, tiene que ser el adversario del torero."
En una fría mañana de febrero, los primeros rayos de luz fueron más veloz queel caballero del sombrero de ala ancha y encontraron antes a la vacada vazqueña, que esperaba ansiosa la llamada de su ganadero. Aquella fue la única vez en que la luz le ganó a la voz del caballero. En febrero de 2016 el campo bravo se vistió de luto tras despedir al último ganadero romántico. Aquel variopinto ejército quedo sin su pretor al mando. Dejaron de escucharse entre los cercados su llamada, dejo de verse su sombrero de ala ancha que acompañaba a aquella incansable sonrisa. Vil Figueiras quedó huérfana.
Años después los vazqueños marchaban de la finca que los vio crecer. El silencio es ahora el único habitante de Vil Figueiras que durante años fue el territorio vazqueño por excelencia.
Años más tarde, los vazqueños llegaron a su nuevo hogar en Monforte, dónde está ubicada la finca de Torre de Onofre, propiedad de Joao Moura quien es ahora su nuevo propietario.
Junto a las vazqueñas desembarco un precioso astado herrado a fuego con el número 32 aunque en la finca esperaba otro titan de ensabanado pelo que respondía al nombre de "Guapon". Poco tardaron los dos sementales en luchar por el dominio.
Comenzaron a aparecer caras y números que recordaba, lo que significaba que habían pasado la prueba de fuego: la tienta. Joao Moura, actual propietario, es buen conocedor de lo exigente que eran las tientas mientas Don Fernando regentaba la ganadería. Siendo el encargado de llevar la importante carga de continuara buscando un animal fiero y encastado que trasmitan la emoción a los tendidos.
El color blanco de las flores se mezclaba con el pelo jabonero, herencia de "Muleira" y "Saboneta", la representación de la procedencia de Veragua. Por otro lado, destacaban los pelos berrendos procedentes de la famosa "Chinarra", pilar fundamental para la creación de la ganadería.
Sigilosa e igual de
venenosa que las serpientes, deambulaba "Tomateira", una vaca de
armas tomar. Madre de toros que se han ganado un hueco en la historia de muchos pueblos de nuestro país. No tardo su nuevo propietario en aprenderse su número.
La arrogancia, una característica que su antiguo ganadero Don Fernando, valoraba y buscaba en sus animales. Arrogante ella y arrogante su retoño. Se trataba de "Queimada" una seria veterana de pelo jabonero, madre de toros más que conocidos dentro del festejo popular, el más reciente en lidiarse fue "Queimado" que saltó a la final del concurso de Castellón.
En los cercados colindantes, mezclados con los astados de procedencia Osborne, ajenos a todo el ruido que ha generado esta “mudanza” se encuentra el futuro de Don Fernando Pereira. Algunos de los erales lucen llamativos pelos que hacía mucho que no se veían en esta casa.
Entre ellos se encuentran
auténticas joyas fruto del legado de uno de los sementales más afamados de la
vacada. Respondía al nombre de "Lareiro" que tras pisar junto a su
hermano "Asirante" la arena de la Misericordia volvieron a Vil Figueiras.
Este pequeño es nieto de "Lareiro", en su interior se encuentra la
posibilidad de perpetuar el legado de su abuelo.
Para terminar solo me
queda agradecer, una vez más, a Joao por recibirme en su casa con los brazos
abiertos, gracias de corazón. Le deseo toda la suerte del mundo en su nueva
andadura y estoy segura de que la Casta Vazqueña de Don Fernando Pereira Palha
esta en muy buenas manos.