LA BRAVURA QUE ESCONDE LA FUEMPUDIA
Junto a la localidad maña de Pozuelo de Aragón se encuentra la finca bautizada bajo el nombre La Fuempudia, regentada por la familia Rodríguez Andrés. En aquella extensa pradera esperan impacientes a comenzar la temporada la vacada de la ganadería Virgen de Sancho Abarca. Su origen se remonta al año 2018, cuando Ana Pilar Andrés Fabre y Francisco Javier Rodríguez adquirieron la ganadería de Toros del Poblao, junto al hierro y sus correspondiente derechos.
Tiempo después, se renombra la vacada pasando a
anunciarse la misma como Virgen de Sancho Abarca, cambiando a su vez el hierro por el actual.
Comenzó así un riguroso proceso de selección, retentando cada animal, ganándose
únicamente aquellos de nota alta, el derecho a formar parte de esta nueva
vacada.
"Bienvenida"-90 |
"Fusilera"-33 |
A lo largo de los años
venideros, animales de diversas ganaderías de Casta Navarra, han pasado a
formar parte de las filas de la ganadería, defendiendo así su divisa y
aportando su genética. Encontrando entre sus cercados animales de estirpe
brava, hijas de ganaderías de solera y leyenda como son las divisas de Don Nicolás
Aranda, José Luis Cuartero o Casta Murchantina, entre otras.
La sangre procedente de la vacadas de Eulogio Mateo y de Enrique Domínguez, adquirieron un papel muy importante en los inicios de la vacada, al igual que lo harían posteriormente los animales procedentes de la ganadería de Juan José Laparte.
"Perdigón"-22 hijo de la "Bala" |
En medio de aquella marea verde, "Capitana" se alzaba en armas, con la arrogancia serena de quien sabe que su sangre vale más que el tiempo. Una solitaria colorada que portaba por bandera la divisa tricolor de Don Nicolás Aranda, bandera de linaje antiguo. Sangre que manda, que exige y que no se entrega. Una señal distintiva que, incluso entre iguales, la vestía de otra casta. Abriendo paso con el hocico señalando al cielo, con sus blancas perlas desafiando al horizonte y a todo aquel que se pusiese entre de sus dos agujas.
Dentro de aquel paraíso donde decenas de siluetas idénticas pastaban, se encontraba un oasis cuya bandera estaba coronada por una estrella de seis puntas. Y a los pies de aquella bandera se encontraba “Pirata” cuyas bravas y encastadas actuaciones sobre el albero precedían su reputación.
En aquella inmensa llanura llena de vida tras la primavera, la ballueca y los duellos ocultaban a un joven becerro que, guiado por su curiosidad, dejaba atrás la protección de su madre para explorar. Las espinas de los cardos rozaban su testuz y las yemas de sus astas. La frondosa vegetación no le permitía ver nada y sus pequeñas orejas se dirigían en todas las direcciones, captando los bramidos de las madres y el cantar de las golondrinas. De pronto, todos esos sonidos fueron silenciados por unos reburdeos graves y hondos, que encogían el corazón. La bravura que corría por sus venas le empujo a continuar y buscar el origen de aquellos sonidos. Con cada paso el sonido se hacía más fuerte, retumbando en el interior. La vegetación se iba desvaneciendo y ante sus ojos se encontraban dos guerreros, de gran envergadura, enzarzados en una pelea.
"Acuchillador", de impresionantes defensas y terrorífica estampa llegó en ese momento para poner orden.
Apareció la madre de nuestro curioso protagonista, que llevaba tiempo buscándolo.
En tardes eternas de polvo, reina una ley tan vieja como la sangre que late en las entrañas del campo: la jerarquía. Aquella norma no escrita pero que cada becerro asume desde el día de su nacimiento.
La ley del campo bravo se renueva: la jerarquía no es estática, es una conquista continua. Así pasan las generaciones bajo el cielo cambiante de la dehesa. Y mientras los ganaderos miran desde lejos, soñando futuras tientas y gloria en la plaza, las vacas bravas siguen rigiéndose por su ley eterna, pura y salvaje: la jerarquía, la ley callada del campo, donde sólo manda la más fuerte.
Otra de las joyas que alberga los cercados de La Fuempudia es una vaca de pequeña alzada, y desmesurada bravura. Chorreada de pelo, bociblanca y aliradas defensas, caracteres que son emblema de la tierra, de sangre antigua. "Gueparda", una oda al ganado de la tierra. Herrada a fuego con el hierro de Casta Murchantina, defendiendo en la arena la divisa de Virgen de Sancho Abarca.
Por último, a la familia Rodríguez Andrés por abrirme las puertas de su casa y dejarme disfrutar del paraíso que alberga los cercados de La Fuempudia.