RETA DE CASTA NAVARRA



En el campo bravo, el privilegio de la vida esta al alcance de unos pocos. La familia Reta lleva años seleccionando con la vista puesta en los festejos mayores. Con el objetivo de devolver a la Casta Navarra el sitio que los figurines de turno le arrebataron a finales del siglo XIX, al imponer el toreo moderno por encima del tercio de varas. 

En los tentaderos, la suerte de varas es el tercio más importante y fundamental, que todo animal debe de pasar para poder ganarse su sitio dentro de la ganadería. El número de veces que cada res deba de ir al caballo depende de las características de este, aunque normalmente oscila entre 3 y 5 varas. 

"El caballo nos demuestra lo que llevan dentro nuestros animales. La muleta es algo importante también, pero ya en segundo lugar." Miguel Reta. 

Los hierros de la familia Reta están nutridos de diversas ganaderías navarras de afamado legado. Ganaderías que durante años han ido seleccionando en base a unos criterios propios de cada ganadero, criterios que se van hacienda visibles en cada tienta. Una alquimia que confluye bajo un mismo hierro, una mezcla que el propio ganadero Miguel Reta, define como la chispa que cada día le impulsa a seguir con este proyecto.

El hierro de Reta y toda su variedad genética es custodiado por varios sementales, a cada cual más espectacular. "Tomillero" fue fruto del cruce de dos sangres legendarias que dieron como resultado este espectacular toro. Aún sin nacer su ganadero albergo muchas esperanzas en el, pero con tan solo unas horas de vida parecía que su corta historia llegaba a su fin, debido a dificultades que no hacían más que menguar sus posibilidades de supervivencia. Finalmente, tras muchos cuidados junto a la casta que demostró desde pequeño, consiguió salir adelante. Volvió a vencer a la muerte durante su tentadero en donde tomó 3 varas de bravo, ganándose el titulo de semental. 


Compartía cercado con otra toro que me enamoro. Portaba un fenotipo que evocaba a aquellos tiempos pasado, aquellos en donde los tóricos royos eran cotizados por las peleas que ofrecían en el tercio de varas. Recogido de cara, colorado y ojo de perdiz. Aquellos tóricos que José Daza describía en su libro “Precisos manejos y progresos del arte del toreo” como: 

“Aunque son pequeños los de su provincia, en bravura y astucia son demasiado grandes. Que los picadores que sin experiencia los ven tan menudos, los exageran con el diminutivo de los torillos de Navarra; pero el escarmiento les reforma el desdén, y los recompensan después con el mote abultado de señores toros”.

Y "Nicolasico"-12 cumplía con todo ello. 


El último de los caballeros respondía al nombre de "Mantero"-96, uno de los guardianes que custodiaba el tesoro genético de su difunto ganadero, Don Adolfo Lahuerta.


A pesar del frío del norte, en los cercados de la Tejería disponen de leña para tres inviernos enteros. Machos que con tan solo tres primaveras a sus espaldas ya portan más seriedad que muchos de los toros lidiados durante esta feria de Sevilla. Un cercado donde la diversidad de pelos, capas y morfología hacían imposible no soñar con verlos en la plaza. 



"¿Mi objetivo? Ni el más guapo, ni el más bravo, no… El que se emplee en el caballo, el que de verdad meta los riñones, porque al final con esa base será con la que podamos trabajar y poder entrar en la lidia moderna."  Miguel Reta (Mundotoro).









El sol salía y daba la bienvenida a un nuevo integrante de la manada. Un pequeño becerro que desaparecía al mimetizarse por completo con la tierra Su madre no nos perdía de vista puesto que ya conocía cuales eran nuestras intenciones. Aprovechando que había que rellenar los comederos se intento coger al becerro desde el tractor, sin éxito alguno. La madre de aquel becerro no se acobardaba a pesar de que el tamaño de su adversario era mucho mayor. 





Finalmente y con mucha paciencia e ingenio se consiguió acrotalar al pequeño que volvía junto a su madre luciendo sus nuevos pendientes.



El pelo chorreado y las defensas recogidas, eran caracteres que delataban la procedencia de aquellas veteranas. Animales de pequeña caja, defensas poco desarrolladas pero astifinas que engalardonaban  rostros de lo más serios.  Un cercado de lo más preciado por la historia que entrañaba aquel emblemático hierro.


 



Al fondo del cercado se encontraba observando toda la escena una de las más conocidas en las plazas, respondía al nombre de "Culebra"-132. Siendo una vaca que, a pesar de su seria apariencia, era de lo más cariñosa y educada, acompañando siempre hasta la salida a sus adversarios, deleitando al público con espectaculares remates.









Curiosos y atentos al igual que siempre, así nos recibían los recién herrados de la casa. La variedad cromática de los añojos evidenciaban la riqueza genética que había nutrido los 3 hierros de la familia Reta. Los pelos blancos presentes en la cara pueden proceder tanto de los animales de Arriazu como de la Rebomba. Las caras tostadas y hocicos blancos eran el santo y seña de las reses del afamado ganadero Don Adolfo Lahuerta. Aunque este tipo de pelos también son muy característicos de las reses de Don Juan José Laparte y las antiguas vacas de Vicente Domínguez. Por otro lado, las espectaculares capas chorreadas son ya más que habituales dentro de esta casa ganadera, un legado que podría proceder tanto de los animales adquiridos a Don Nicolas Aranda o al Artillero.









En lo alto de la finca, en el corazón del bosque, se encuentran las madres que perpetúan la vida en la Tejería. Emergieron de aquella marea verde las damas que temporada tras temporada se habían curtido en cientos de batallas. La primera en dar la cara fue "Confidente"-128, que nos vigilaba desde la distancia. Aún sigo recordando como se arrancaba codiciosa y con el rabo en alto en Villatuerta durante la temporada pasada.

"Confidente"-128


De entre los arboles se observaba como un pelaje atigrado avanzaba en silencio, pasando desapercibida entre la arboleda. Siempre es un placer para la vista contemplar el espectacular trapío de "Aguardentera", una de mis vacas favoritas.

"Aguardentera"-63



"Los toros navarros son como las guindillas; pequeñas, rojos y picantes". Así era como Luis Fernández describía a los animales de casta Navarra en su libro Cuentos del viejo mayoral. Una descripción que se hacía carnes en "Manta", quien acaparaba todas las miradas.

"Manta"-12

Al final de la caravana se encontraba "Cigarrero", un intimidante capón de gran envergadura que se desplazaba de lado, sin perdernos de vista ni tan solo un momento. 
























"Tenderica" otra de esas vacas que te cautiva por su apariencia y que por su comportamiento te termina de enamorar. Una de esas vacas que nunca puedes perder de vista.

"Tenderica"-149

Desapercibida había pasado "Rabieta"-151, una de las vacas estrellas que protagonizó una actuación llena de peligro y emoción el pasado domingo en Mendavia. Al igual que en la plaza, en el campo se desplazaba arrogante y desafiante. Dicen que los ojos y la mirada son el espejo del alma, y los de "Rabieta" eran la perfecta definición de codicia. Era una autentica maravilla verla retorcerse en un palmo de tierra y lanzarse una y otra vez con todo a por sus oponentes. Creciéndose en cada arrancada. Todo ello acompasado por los aplausos de los asistentes que reconocían la valía de los valientes que se ponían delante. "Rabieta" remataba sin piedad contra las tablas en busca de sus adversarios. El broche de oro que cerraba una magnifica actuación.












"Sombrera"-189, era una de las más pequeñas del cercado que destacaba por su singular pitón derecho y su afilado cuchillo izquierdo. Fue la primera en inaugurar el callejón en Mendavia.  





"Licorera"-163





"Mimosa"-164, una tostada abrochada de pitones que saludo en varias ocasiones, al rematar, a los ocupantes del callejón. A pesar de sus pequeñas dimensiones, portaba dos puñales que junto a sus alegres arrancadas hacía que los mozos se lo pensases dos veces antes de enfrentarse a ella.





 

Bajando del monte aun emocionada después de contemplar aquellas vacas nos detuvimos delante del cercado custodiado por tres de los toros que serían lidiados este sábado. Parecía que en aquel momento el tiempo se detuvo, no se escuchaba ni las hojas de los árboles mecidas por el viento, ni a los pájaros. Aquellos tres despampanantes toros tampoco se movían, impresionaba e incluso daba miedo verlos tan quietos observándonos desde su cercado, con aquella mirada. 

Una vez más agradecer a la familia Reta por abrirme una vez más las puertas de su casa, por el gran trato recibido, y por su paciencia. Desearles toda la suerte del mundo para su compromiso en San Agustín de Guadalix.

Y tu y yo pequeño, nos vemos este domingo.




Más entradas